Tremebundo



Con los temblores que no cesan y tu vientre preguntando por la semilla marchita que se rehúsa a fecundar. Tu natalicio del 13 de febrero. Si fuéramos más paganos y festejáramos los banales cumpleaños pensaríamos que como presagio cruel te quedaste a un día del amor.
Tus labios rojos me comen el pensamiento y te da vergüenza que me haya enamorado de tus dientes chuecos.  Aun encuentro tus cabellos rotos/color café en mi suéter favorito que usaste el día que escuchamos a los gorriones trinar. Ayer saque las fotos instantáneas de la caja de metal que está bajo las escaleras. No recordaba tener tantas de tus hombros.
2:45 am
Como siempre corro por el  pasillo de las luces rojas hasta que encuentro algún libro que tenga de esas diminutas sombrillas que dibujabas cuando leías algo que te recordara a mí. Eran siempre de color azul.
Seguro ya tatuaste algo por encima de mí. Tinta corriendo por mi nombre monosílabo. Tan ridículo como él mismo. Seguro ahora es un pez dorado de esos con los que tanto soñaste por aquella portada del libro de Laura Restrepo.
Me miro mis manos y sus líneas que reniegan de la experiencia mientras sostengo mi taza blanca llena de té verde. Sin azúcar.
Yo y mi bonsái.

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