Corazón diamante (la musa no vino a trabajar 1.1.2 )




Hoy me decidí a hablarle de frente. Primero intenté por todos los medios comunicarme con usted de otra manera. Lo primero que hice fue  pararme en el canto de su puerta y susurrar su nombre esperando que, al pasar hacia el refrigerador en busca de crema para su té, caminara hacia mí y pudiera sincerar mis pensamientos. Luego escribí una carta en la que recogía varios poemas que son parte de una antología que lleva su nombre. Pensé después –quizás ella no entienda por qué en mis escrituchos hablo de la constelación de lunares que viven en su cuello o de las dos pausas que siempre hace para reírse. Pensé también en salir al tiempo que sale a recoger el periódico matutino. Pero mis pijamas multicolor no me favorecen y se vería un tanto extraño que saliera a las 6 de la mañana enfundado en mi chaqueta de tweet con parches en los codos y mi corbata con flores colgando de mi cuello. ¿A dónde podría ir a esa hora una persona que no ha publicado un libro en 15 años?
Por eso le hablo de frente, aunque separados por esta pared que para mi buena fortuna parece de papel.
-Él continúa su soliloquio hasta que ella le interrumpe.
¿Que por qué grito?
Solo intento que lleguen a sus oídos las palabras que había guardado todos estos días.
No no, no puedo salir al pasillo ahora.
-Ella insiste.
Podemos platicar en el balcón para que no me falté el aire en caso de que tenga un repentino ataque de ansiedad.
Dime-le dice ella sosteniendo una taza de té de menta- ¿Cómo sabes que tomo mi té con leche?

La musa no vino a trabajar 1.1



No hay significado escondido
No hay dobles interpretaciones
Solo el parco color de tus mejillas que hacen muecas discretas.
Mis excusas no son suficientes. Ridículas y dispersas en los diferentes tonos de violeta que nadan en el hematoma de mis nudillos.
El deseo constante nos condena al aroma dulce y el desenfreno de tu mirar vacilante que desafía al único  momento  de silencio que se cuelga del día.
Estruendo  que deconstruye nuestros huesos. Pulveriza el pensamiento y nos vuelve errantes. Nos seca las palabras. Vierte tu aceite en mis manos.
Te vuelcas sobre mis sueños. Por ratos apacible y por ratos huracán que despedaza el suelo debajo de mi ser curioso.
Tal vez es la lluvia o tal vez es que te escondes en lo más oscuro del desierto. Manantial en laberinto. Oasis salado.
Con cautela te voy escribiendo esperando a que me leas entre líneas y saborees cada error que provocas en mis dedos chuecos.

Intento de haiku5



El cielo rojo
Con los grises destellos
Espejo negro.

Dos minutos para las 2

Dos minutos para las 2 y los párpados te pesan más que la negrura de la noche. Sin embargo te embriagas del ruido blanco de la radio y com...