Navío



Me causó admiración el encontrar tus fronteras. Fobias recicladas que esconden manías aviesas. Velas que alumbran un camino azaroso. Tu sonrisa deforme y los tantos secretos a medias que se apilan tras la verja. La lluvia agrava el frío nocturno mientras que tus mejillas palidecen ante las sombras difusas de los árboles. Nos vamos filtrando a través del tamiz como granos de arena diminutos que cantan al frotarse unos con otros. Reflejos parcos de estrellas durmientes que tintinean lentamente mientras nuestros pies se arrastran colina arriba.


Te detienes a llorar el pasado. Eres como un enigma que devela su verdadero ser y mira con laberintos en las pupilas. Perteneces a otra realidad en la que no hay prisa o sonidos estruendosos. Solo un romper de olas que desgasta la bahía besando con su espuma las rocas de los acantilados.



Igual yo me sumerjo intentando encontrar en lo más negro de tus profundidades un resquicio de gris que me dé esperanzas para contener el último aliento antes de dejar mi alma a merced de tu lado etéreo. Pertenezco sin quererlo a los minerales que crecen a tu alrededor. Soy un ente que mora en tu alma, surcando tus pupilas en busca de un galardón a la persistencia.






Pertenecemos a una historia desgastada de navíos que perdieron el rumbo y naufragaron en tus cartas. Sueños de naufragios y estatuas de sal. La sentencia de un curioso.

Dos minutos para las 2

Dos minutos para las 2 y los párpados te pesan más que la negrura de la noche. Sin embargo te embriagas del ruido blanco de la radio y com...