Las minucias de la mañana




Contar hasta 20.

Perder la concentración
 en el número 4.

Divagar sobre lo último
 que recuerdo de mis sueños nocturnos.

Tu nombre.

El frio en mis pies.

Algún transeúnte con paso apresurado
 pisando los charcos de la acera frente a mi ventana.

El tic tic toc del reloj que siempre llega tarde a la hora.

La pequeña araña que se aferra al techo
 esperando a que salga el sol y se cuele por el resquicio
 que deja pasar un sol indeciso.

Tu rostro en mi memoria.

Perseguir el olvido.

Cubrir mis ojos con mi antebrazo y bostezar.

Apretar la quijada.

Gruñir.

Mirar al vacío.

Sentarme al borde de la cama y observarme
 la punta de los dedos de los pies buscando
 algún detalle al cual aferrarme.

Acostarme de nuevo.

Hundirme bajo la cobija mientras intento
respirar cada vez más lento.

Destaparme.

Saltar de la cama y correr hacia la regadera.

Abrir la llave de agua fría.

Temblar.

Cerrar los ojos para luego abrirlos al choque
 del chorro sobre mi espalda.

Bloquear la memoria de tus calcetines desiguales
y salir de la regadera para secarme y vestirme lo más rápido posible.

Coger lo que siempre llevo en los bolsillos.

Salir y caminar.

Esperar a la noche.

Tu nombre.

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