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Caminante es la noche…que sigue sigilosa a la luna para poder colarse de vez en cuando entre las cortinas de tu ventana. Entonces la luz se convierte en una mera señal de vida, una distracción a mi delirio, el talón corrompido y la fruta deshidratada.

La niebla se esfuma entre la ciénaga. Nos fundimos entre el fango a deshoras, somos el sublime recuento de un pueblo que nos llama a ser una menudencia colectiva. Dentro del unísono de nuestra marcha me encuentro pensando únicamente en tu persona. En tu vestido con lindas flores o en ese collar que lleva tu nombre y que nunca usas.

Me detengo y volteo…te busco entre la multitud, entre las planta, tras de los jarrones de agua, debajo de mi camisa, no te encuentro más que en una vieja fotografía dentro de mi bolsillo. Te encuentro en mi mente y en mis escritos, cuando despierto y cuando sueño despierto y cuando quisiera dormir de noche. La vista desde aquí es hermosa. Puedo ver el mar desde aquí.

Después de eso no nos queda más que ser lo que aprendimos. Ser una vez más un ser sin alas, una mosca tras la miel…ser más que nosotros mismos. Podrías ser tu mi ser, mi tiempo o podrías ser algo nuevo o el recuerdo de algo que no he vivido, el olor de una flor diseñada por mi mente o el paraje desierto que marca el principio de un largo viaje que podríamos hacer juntos. Podrías ser y sin embargo ya lo eres.

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