7:04 pm



El olor a cigarrillo que se cuela por la ventana lo despierta, maldice a su vecina que fuma en el baño para no atormentar con la tentación a su esposo que tiene cáncer en los pulmones y tose por las noches de manera implacable hasta que la sangre termina en su palma izquierda. Escoge al azar una revista de un anaquel polvoriento hecho de aluminio y cristal cortado con motivos otoñales. Se titulaba” La máquina del tiempo”, exponía diversas teorías sobre todas las maquinaciones que existían acerca de la idea de corromper la línea temporal. Se imagino a si mismo como un físico experimental atrapado en su sótano entre matraces y pizarrones llenos de ecuaciones pretenciosas que lo ayudarían a construir un artefacto capaz de deconstruir su alma y posicionarlo sano y salvo en los años 60, justo cuando tenía 8 años  y cometió su primer pecado, ser diferente. Después de descartar la revista de ficción como algo que le ayudara a ejercitar  su mente, se dirigió a la cocina para buscar algo que ayudara a los puertos neuronales a hacer sinapsis, se imaginaba como una gran máquina aunque nunca entendió porque tenía tantos desperfectos. Le gustaba pensar que era un modelo experimental el cual sería la piedra angular para crear toda una nueva generación revolucionaria con porta vasos incluido.
 EL café se ha terminado, encontró la lata vacía y en desacuerdo con sus pies camino hacia el perchero y tomo su abrigo para salir a buscar otra lata tomando en cuenta que era una buena oportunidad para encontrar ideas frescas  y algo de comer. Busco dinero en su billetera en donde irónicamente nunca hay billetes, solo monedas niqueladas y cupones-supongo que será suficiente- pensó mientras se frotaba las manos preparándose para salir al frio de la calle. En su departamento lleno de insectos no tiene calefacción así que no hay tanta diferencia.
Cerró con un portazo.
EN el pasillo, afuera del departamento 6 estaba una mujer sentada en la alfombra, leyendo una carta con una sonrisa en el rostro la cual se borro justo en el momento en el que su padre salió a buscarla con un palo en la mano. Los dos me miraron a los ojos  esperando una reacción pero yo simplemente miraba el final de la alfombra, donde comienza el pasillo hacia las escaleras, solo bastaban 10 pasos para salir de su vista, entonces ellos podrían interpretar su drama familiar en donde las líneas del padre estarían llenas de cólera y autoritarismo desmedido y las palabras que ella pronunciaría estarían llenas de negación y esperanza.
El no está muerto.
La calle tiene su hedor particular de agua estancada de donde beben los perros de sus propias eses pulverizadas. Mi café debe saber a eso, por lo menos ellos no pagan nada. Antes de llegar al supermercado encuentro a un grupo de mujeres y hombres que buscan calentar las piernas de los transeúntes que a su vez, buscan olvidarse de la monotonía que ellos mismos han invitado a sus largos días.
Continuara…

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