dull
Tengo ganas de olvidarte, sacarte de mis necios pensamientos, olvidarme de tu olor a coco y tus labios sabor jazmín, quiero sacarte del armario y armarte en el desierto, ponerte zapatillas de colores diferentes, negras, blancas, sin lugar para el gris. Hoy deseo enterrarte en el olvido, pero tengo miedo de quedarme con la mente en blanco.
No hay tal cosa como un mapa, las estrellas terminan siendo agujeros diminutos que nos obligan a ver la luz a través de su circunferencia. No puedo elegir de noche, se me nubla la mente y mis pies piden concreto mientras mis índices van de un lado para otro con el ritmo encharcado de las avenidas principales. Las luces del semáforo se turnan para descansar en sus adentros pero vuelven en cuanto la incandescencia de su resistencia se enfría. Las encías le sangran al señor de la calle mientras sonríe tirado en el pasto, buscando un espejo en la negrura del cielo.
Todos somos lo que todos esperan hasta que despertamos sudorosos por la noche, respirando el olor a engaño mientras nos mordemos las uñas esperando a que nuestros pensamientos cíclicos no alcancen a nuestros pies vacilantes.
La tonada sigue siendo la misma acompañada de silbidos intermitentes que nos hacen fijar nuestra mente en los silencios que se nos escaparon cuando leíamos una novela corta.
Somos lo que somos, a pesar de todo.
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