Relatos no eróticos de casi ficción 5.1.1 (Porfirio y las bugambilias)

Porfirio chasqueaba el paladar mientras caminaba en ese caluroso día de primavera. Cargaba en los hombros su bandolera de cuero café que contenía su termo y su mate. miró a lo lejos una banca que estaba justo debajo de un árbol de bugambilias y apresuró el paso mirando en todas direcciones tratando de ahuyentar a todo transeúnte que tuviera la más mínima intención de ganarle ese resquicio de sombra.

Al sentarse por fin sacó de la bandolera de cuero su mate y mojó la yerba para dar pequeños sorbos revitalizantes. Se dispuso a dibujar en su cuadernillo de memorias.
-Un árbol de bugambilias con carboncillo jah! bueno, a falta de acuarelas- pensó Porfirio mientras hacía un trazo continuo.
Al no quedar conforme con el resultado de sus trazos tomó una pausa y mojó por segunda vez la yerba. Guardó su cuadernillo amarrándolo minuciosamente con la agujeta roja que tenía prendido del forro. Sacó su cámara de la bandolera y buscó el mejor encuadre para capturar ese instante bajo la bugambilia.

Al carajo con todo! - Gritó Porfirio mientras guardaba todo para recostarse un momento en la banca y disfrutar de la sombra que le regalaban las bugambilias.

Al librarse de toda distracción pudo reconocer el murmullo de una fuente al final de la calle. Al incorporarse se percató que ahí estaba de nuevo esa persona misteriosa que le dejó un papel con varios dobleces debajo de una taza de café. Lejos de preocuparse sintió curiosidad por lo que ella trataba de plasmar en aquel cuaderno de hojas blancas.

Su vestido floreado combinaba con la tarde calurosa. A ella parecía no importarle el bochorno dominical. Tenía una sonrisa discreta dibujada en su rostro.

Porfirio caminó en la pequeña plaza rodeando la fuente tratando de vislumbrar lo que ella trazaba con esos lápices de colores. Ella al darse cuenta miró sobre el hombre a porfirio mientras pegaba el cuaderno a su pecho.
-Aún no está terminado pero te prometo que te ves bien en colores pastel- Le dijo la mujer misteriosa mientras Porfirio pensó qué contestar.

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