He intentado estar adentro, ver lo que tus ojos se están perdiendo. Buscando razones coherentes o teorías extraordinarias que me permitan medir que tan perdidos estamos en esta ciudad espiral, donde todo regresa a donde pertenece. Somos más cenizas que polvo, nos queman desde los pies atados a casetas telefónicas mientras alguien se alimenta de los que no pudieron olvidar.
Sigo buscando y no encuentro de donde viene esa sonrisa tuya o el color en tus mejillas. No entiendo porque suenas mientras caminas y cantas cuando te recuestas en el jardín, tomando en cuenta que las únicas flores en esta ciudad son las de tu vestido.
Me lo pregunto una y otra vez mientras estoy sentado en el tercer escalón, viéndote sonreír y jugando con tu cabello. Me guardo el deseo de drenar las heridas en mis manos.
¿Cómo puedes dormir por las noches?
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