true lift


Se ve mi vida, a través de la silueta de una exhalación de humo y precedida por un suspiro que me ayuda a pensar más lento y soñar menos. Veo el estrecho reflejo de los pliegues de tu bufanda filtrados en una rosa de cristal y me siento contento de poder jugar con el comienzo de una tarde sin silencio.

Pertenezco a algo más distante de tu sonrisa y sin embargo me siento bien en ella, provocándola y viviendo por ella. Solo que he sido tan egoísta en el medio del caos que me he olvidado de mi y apuesto a lo más racional, como nunca en mi vida. Supongo que te encontrare a la vuelta del sollozar de un infinito titiritar tras el viento y me mantengo firme cual soldado solitario al frente de un batallón olvidado en el medio de la nada.

Supongo que se podría maltratar un poco el destino y amordazar a la pericia y podríamos caminar de la mano siendo transparentes y pretendiendo que el pasado no es más que un cojín en nuestro viejo sofá. Sé que mi vida se percibe en ese impenetrable gris lleno de nada, pero tus besos me hacen aspirarlo y desaparecerlo en mis entrañas para que nos permita ver las estrellas en este ocaso sediento de romance en una muerte fallida.

Curiosamente me he topado en el camino a varias moradas que podríamos percibir como furtivas y apacibles ante el ya nada significativo calor del momento, y me inclino a ver dentro de aquella pequeña ventana que me dejaba escribir en ella tu nombre en los días de lluvia. Sé que, sin embargo, no hay remedio para la serena explosión, y he de olvidar nuestro pequeño horizonte personal, en donde nos perdíamos entre sueños y esperanzas ahora marchitas.

Penetro en la próxima mirada hacia mi ser y me doy cuenta que el brillo de un principio se ha alejado junto con los días de soledad, ya no he permanecido como otras veces. Ante esto, corro a tu lado y te abrazo para no mirarte a los ojos, se que será el joven final aferrándose a la inexistencia quien me lleve del brazo para no llorar una vez más.

Sin remedio, me dejo llevar por tus secretos y me escondo en tu rebosante indiferencia para no dejar sanar a mis heridas y así recordar siempre mi posición en tu vida. La pereza busca un pedazo y percibe un poco de mí ser a pesar de que sea poco lo ofrecido y lo encontrado.

Lo cierto es que nosotros no pudimos pertenecer y ahora solo ofrecemos escuchar pacientes el último acto tan apacible como el tornado que nos comió, tan ilusorio como el fresno que nos dio sombra algún verano de recuerdos clandestinos.


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