then go.


El hombre meditaba si sus acciones ameritaban el caminar hacia atrás y enmendar los daños que había adjuntado a las facturas vitalicias de aquellas personas que intentaron entenderle y terminaron confundidos con su existencia. Oraba  por todos ellos mientras tosía tan fuerte que su pañuelo se tiño de un rojo quemado sintiendo a sus ojos salir de sus cuencas.
Antes de envolverse en un sueño eterno quería mirar por última vez ese gran salón en donde se reunía con la calidez de su prole a tocar el pianoforte y escuchar fragmentos de la más reciente novela del escritor de la familia.
Candiles, pinturas, estofados servidos en un gran comedor que albergaba en las cenas a más de doce comensales que disfrutaban de los relatos de tiempos más bélicos en donde algunos de los presentes respondieron a favor de una patria sin nombre.
Aquel hombre al no poder mantener su propia existencia al ser golpeado por una ola de recuerdos de aquella casa que respiraba por su cuenta colapsó colgándose de las cortinas azules y tiñó el tapete oriental con su frio sudor.
Así, el hombre murió con la única aspiración de ser recordado por haber tenido una vida con un derrotero de redención o en su defecto, ser objeto de olvido dentro de las memorias de los bailes de salón y vestidos ajustados.
Fragmento de un pequeño experimento.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Dos minutos para las 2

Dos minutos para las 2 y los párpados te pesan más que la negrura de la noche. Sin embargo te embriagas del ruido blanco de la radio y com...