Odio mi monosílaboabsurdopretenciosoinútilsimple nombre dicho por tus labios.


Entonces te quedaste ahí, echando raíces en esa calle sin banquetas de adoquín o transeúntes con ropa de diseñadores esquizofrénicos, con tu mente desnuda y las mejillas con sal. Saliste por la mañana contando los segundos con el aliento entrecortado por suspiros tendenciosos y tu manía única de hacer tronar los huesos de tus manos. No te imaginabas que al dar la vuelta en tu camino habitual, lleno de fachadas verdes y mujeres correteando niños, hombres con sombrero y calzado brillante, en la esquina en donde existía un atajo para tus sonrisas, encontrarías un muro imperfecto que te empujaría a andar con los pies apuntando a lo que alguna vez fuese el cielo. Casi es poético el tener una alfombra de nubes.
Si no fuera porque el tiempo no perdona, te volvería eterna antes de que te desbordes de entre mis dedos, te escondería tras los puntos de las “i”, te daría el secreto de la vida eterna y escribiría de nuevo sobre tu cabello negro y tu pie izquierdo que es más largo que el derecho. Si mi corazón fuera humilde podría dejar de culparte y darse cuenta de que lleva toda la vida tratando de leerte sin poder  ver. Tiene las cuencas de los ojos secas y los nudillos sumidos en la pared.
Pero tú te quedaste ahí, plantada, con tu espalda recordándome, con tu chaqueta de dos botones y tus botas para la lluvia, tu rostro era un desastre y tu garganta estaba desecha de tanto gritar mi nombre seguido de algunas palabras que no pienso repetir.
Después de todo mi nombre no tiene nada de especial.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Dos minutos para las 2

Dos minutos para las 2 y los párpados te pesan más que la negrura de la noche. Sin embargo te embriagas del ruido blanco de la radio y com...