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Nos acostamos con los pies recargados en la pared quejándonos del dolor en nuestras rodillas. Somos susceptibles a garabatear en nuestra mente fotografías borrosas que tomamos mientras viajábamos en el tren. Buscamos números telefónicos en nuestros porta vasos cada vez que la señorita de la barra nos da otro whiskey. Deseamos que el azar nos dé respuestas pero no lanzamos la moneda. Culpamos de la interminable cadena de eventos desafortunados a la vida pero nosotros vivimos con los ojos cerrados. Soñamos despiertos. Dormimos de día. Platicamos sin voz y colgamos nuestros abrigos en el perchero. Buscamos al mundo y del mundo dentro de habitaciones con paredes húmedas y ventanas empañadas.

 Pensamos por ciclos y tabulamos nuestros sentimientos.

Creamos versos cortos, viviendo historias incompletas, utilizando el olvido como muletilla.

Que descorteses los muertos, que se van dejando un desastre a los que vivimos.

O por lo menos eso creemos.