Divagamos
En el contentamiento de nuestras almas
Dispersos, inalienables
Impregnados de un desconcierto etéreo
Labios rispidos que hablan quebrantando un silencio antinatural
Raíces en el cielo carmesí
Pendientes
Sosteniendonos de los tobillos de alguien más para no flotar hacia la negrura del infinito
Lo terrenal no nos complace y, sin embargo, nos contiene.
Y tú que no llegas a soñar
Ni dormida
Ni despierta
Yo te sueño a la mitad
Mitad en ti
Mitad conmigo
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