“A veces floto. Como una
luna perdida bajo la influencia de tu gravedad. A veces soy como un trazo al
aire y luego como roca me empecino en permanecer inerte en el despeñadero. Contigo
no hay camino más corto. Siempre nos perdemos en la espiral de tu caminar
errante. Y las veces que puedo leerte te encuentro borrosa. Como si las letras
no reconocieran a mi dedo índice. Me ofusco con el aroma de las hojas
recicladas. El esperar es lo que en realidad me mata…
Pero a veces te
paseas por acá. Te sostienes apenas de la orilla y te asomas a verme errar. Sin
camino pero con rumbo”.
No hay lilas ni nardos. Flotan sobre los lirios y pequeños
pedazos de papel. No reconozco la letra pero sé que se escaparon de alguna Ofelia.
No la de John Everett Millais. Una que no soportaba la idea de
ser una musa itinerante. No es que no se viera atraída por la idea de ser una
gitana con pandero en mano. Era la incertidumbre de amar a un escritor que
manchaba los puños de sus camisas con tinta china. Él decía que no podía
escribir a través de una máquina. –Una maquina no puede entender lo que la
carne entiende- Decía.
Yo me asusté. Como un simple espectador terminé atrapado
bajo el enigma que contenían las flores de la falda de su Ofelia.
¿Cuándo sale su libro? Quiero la primera edición. Ya sabe, para presumirle a sus grupies (:
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