No se puede.



Sueño etéreo.
Abrigas los anhelos de un imaginante en alquiler
Pequeños deseos del tamañano de un penique
esperando a ser acuñados
con el escudo de una nación imaginaria.
Nos volcamos en caída libre
buscando un resquicio
 donde podamos reflejar nuestros rostros.
Piel marcada con hierro.
Pies que dejan sus ganas en la tierra humeda.
El camino no escucha nuestros nombres.
Son nuestros rostros cansados
 que absorben el devenir de las fachadas parcas.
Ruinas apoltronadas en las esquinas.
Cal en las heridas y un humor agrio en los corazones.
Poetas mudos que empeñaron la tinta por un pan.
Las raciones de un régimen que no dio tregua
 a los que no pensaban en rojo.
No hay vino espumoso
El ocaso no importa.
Siempre somos víctimas y victimarios
 del mismo desenlace.
Sal en las heridas y olvido a la razón.

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