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Miro en tu mejilla un poco de esperanza, un halago a lo inmaterial, un deseo que se convierte en la idea de un momento. Me pierdo en tu sonrisa y me muerdo los labios. Te busco por todas partes y solo existes al cerrar los ojos. Me he dedicado en estos días a definir lo que siento por ti. Es más que un simple movimiento de mí ser para mantenerme cuerdo.
De cualquier modo solo puedo mantenerme lucido por un instante así que me dedico a pintarte, dibujarte, escribirte…imaginarte y solo encuentro algo abstracto que me resuena en el pecho. Eres como esos colores indefinibles o un viaje de carretera que nunca llega a su fin. Tal vez hasta eres como un ocaso que llega en un momento de debilidad. Creo que aun no existe la palabra para definirte.
Pero si tu así lo quieres podemos descubrirlo juntos, en un viaje por carretera que no tenga fin y podemos detenernos a recoger flores de colores indescriptibles mientras nos damos cuenta de que el ocaso nos acoge en sus brazos y un termo lleno de té frio nos llena las ganas de seguir definiéndote. Podríamos tocarnos los dedos de los pies bajo la diminuta manta que hemos empacado. Podríamos comer frutas que nunca antes habías visto y podría cocinarte algo con mucho de lo que tengamos a la mano. Podríamos ser algo y nada y ser sin embargo eternos. Podría ser tú y tú podrías ser quien sea y entonces podríamos definirnos como algo indescriptible y así, en un momento eterno, podríamos cambiar de pagina y simplemente caminar en unísono y correr al viejo sofá para disfrutar de una película por decima vez encontrando dentro de lo simple algo que nos hace depurar nuestras mentes inquietas.
Vamos, disfrutemos de lo nuestro aunque no sepamos lo que es. Mírame a los ojos y déjame perderme en tus palabras, déjame recostarme entre tus brazos mientras escuchamos música tranquila, permíteme dormirme en ti…mi sueño infinito, déjame descansar en tu hombro sempiterno, mojar mi rostro en tu agua dulce, resarcir mis heridas con tus manos, olvidarme de tu artificio recurrente.