Me enrede entre tu bufanda tejida a mano, los cordones de tus zapatillas me hicieron tropezar, la entropía de naturaleza perfecta que reside en tu cabellera morada me hace morderme la lengua, contraigo mis pensamientos y miro dentro de las palabras, dentro de los grandes círculos de las “o”
Ocioso
Me inclino para probar tu cuello, contengo tu perfume dentro de mis pulmones lo más que puedo, solo hasta que me haces reír con tus dedos traviesos. Estiro tus medias sobre mis ojos deformando mi mirada, te veo a través de la seda gris, te escucho atentamente mientras condenas mis bromas de mal gusto, nos recostamos en el tapete que tu madre nos regalo cuando viajamos a Maturin, esa la que tiene rombos y pelaje de lama peruana, aquella en donde derramamos un poco de sake caliente.
Entre el murmuro del viento escuchamos nuestros nombres, susurrando nuestras iniciales, marcadas entre las hojas del olivo que nos regala de su aroma vespertino, las piedras e rio me dejan rojas las plantas de los pies, tus lentes reflejan lo que el sol me está ocultando.
Sonrisa discreta
Piérdete entre el jardín, ya nos encontraremos después de que el silencio doble la esquina.
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