Quiero leerte, grabada entre las hendiduras de los ojos de los muchos que se sientan dándome la espalda.  Pero todos ellos han quedado ciegos, se conforman con sentarse a escuchar el trinar de los pájaros y ver remolinos en los charcos en derredor de sus pies…esperan a que del pico de una ave se resbale una semilla para que caiga entre sus calcetines y puedan arraigarse en el pavimento gris, el uniforme rojizo del a arcilla o quizá dentro del fango y el almizcle que se respira desde la entrada de esta ciudad llena de vestigios de lo que un día fue sin duda el sueño de unos tantos y que hoy es la pesadilla continua de la mayoría menos de mi.
 La mía es una realidad diferente le digo a una señora mientras le sonrío…ella dentro de su ceguera se pregunta con quien estaré hablando y se cuestiona el porqué de mi olor tan diferente. Huelo a ella, le digo sin que me pregunte… a esa mujer de pelo castaño y uñas negras, la que pisa el pasto con los tacones en la mano y que viste de blanco por la noche, la del 22 a, la de la calle del nombre olvidado, yo no soy como usted…vera señora…yo más bien soy olvidado y no olvidadizo. La señora se para del suelo en donde yacía recostada y camino sin rumbo, no sé si fue mi plática lo que la motivo o el simple hecho de que su existencia era demasiado miserable ya como para además soportar a un lunático parlanchín.
Aun así seguí hablando, aquí, en la ciudad de los mudos, en donde los ciegos son la mayoría y yo soy la única minoría.

1 comentario:

  1. Una felicitacion a mi lunático parlanchin favorito.
    Sabes que amo tu manera de darle forma a las letras, a la pequeña huella que dejas en mi con cada escrito tuyo y el supiro que arrancas con cada oración.
    Enhorabuena!

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