sincomas

Intento culparte por todas la sinceridad que mis ojos deletrean a cada pestañear pero lo poco que me queda de temor lo corriges con una sonrisa recatada pero permisiva que le dice a mi nariz que se puede relajar un poco y oler un poco del perfume de tu cabello que gentilmente dejaste sin amarrar para mi pues sabes que me encanta la manera en la que tu cabello se riza entre mis dedos mientras lo acaricio sentados en aquella banca que hemos marcado como nuestra con nuestra iniciales e interminables fotos tomadas por desconocidos transeúntes que nos sonríen al vernos comer helado dentro de barquillos que saben a aquellos momentos mientras te conocía en la cafetería de la esquina de aquel parque y nos pisábamos los pies discretamente mientras los demás hablaban de política actual y otros temas diversos que nos hacen bostezar y tomar chocolate caliente y galletas con un sabor similar al del barquillo que en realidad solo comíamos hasta la mitad dejando espacio para algodones de colores y besos dulces gracias a tu pinta labios de color azul estridente como aquellas zapatillas deportivas en las que dibujaste un pato como aquel que vimos en nuestro viaje por Sabournac en donde escondíamos a los patos de los cazadores ávidos de sangre y por supuesto de carne de pato que irónicamente probamos en sándwich esa misma noche cuando la señora de la posada se entero que era fan de los emparedados no importando el contenido y la textura haciéndome recordar el grandioso emparedado de mermelada con malvaviscos que me preparaste en la víspera del día en el que acamparíamos para conseguir tickets de aquella banda inglesa que escuchamos en aquella tienda en donde compramos los víveres para nuestro primer viaje hacia aquel rio en donde se reflejan las estrellas de noche y en donde vimos por primera vez a Neptuno por telescopio el cual después de un rato descubrimos que tan solo era una lucecita dentro de una choza la cual calentaba artificialmente a un hombre que atendía los viñedos más nobles de la finca Son Bordils en la que nos encontraron corriendo descalzos a la luz de la luna menguante del mes de febrero en donde conocí tus faldas largas y en el cual recorrías mis dedos buscando signos de cansancio


Solo encontramos la noche.

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Dos minutos para las 2

Dos minutos para las 2 y los párpados te pesan más que la negrura de la noche. Sin embargo te embriagas del ruido blanco de la radio y com...