Me pregunto si es coincidencia que esa mañana pasaran un programa especial de aves, o el hecho de que haya visto a aquella niña con su impermeable con patos, o quizá mis patos que se escabulleron hace 15 años dentro de la lavadora causándome una de las impresiones de mi vida al maquinar dentro de mi cerebro la osada idea de que podía lavar a mis animales tal como lo hacía con mis osos y lagartos de peluche. Seguramente nunca sabré cual de todos estos cortometrajes animados que mi mente reproducía una y otra vez dentro de mi cabeza fue el culpable de que esa tarde me acercara a saludarte a ti, la que murmuraba cosas de sus rodillas mientras estaba sentada en el descanso de las escaleras que invariablemente conducían a la salida. Tú la del cabello negro, la de las botas cafés, la que dibujaba minivestidos estilo chanel, la que después tomaría mi pensamiento, mi ser, mi calma, la que mordisqueaba su lapicero con dibujillos de patos.
Odio a los patos.
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