Fuimos pintados con pinceles delgados y paletas plurimatizadas, decorados con plumas que refractan la luz en miles de colores nuevos que se dispersan por donde nace tu rostro y se riega por tu espalda, somos la escena perfecta, algún sueño de Monet, la caricia de la iridiscencia del sol a través de tus pestañas, tarde lluviosa, haz de luz, la extinta razón que se pierde entre tus tantos dientes, el chardonnay que tomamos a media luz y la cintilla morada que llevabas en tu cabello el día en el que nos perdimos en el parque.
La sublime tarde a tu lado.
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