expletive

Hoy desperté congelado
Mi calentador se ha descompuesto y no encontré la razón, mis pies se hundieron en la nieve en cada paso que daba hacia el estacionamiento mientras se me hacía imposible sacar mis llaves del bolsillo por mis enormes guantes y mis manos entumecidas. Mi auto no arrancó, tuve que tomar el tren. Me agrado la idea…tomare un vaso de chocolate caliente mientras espero el tren..pensé inocentemente mientras me formaba en una fila en la que había delante de mí una pareja que se veía decidida a amarse el resto del día, delante de ellos una mujer que escondía discretamente a un gato entre su abrigo mientras le daba un poco de jamón serrano que sinceramente se me antojo. Enseguida de ella se encontraba una joven mujer que se veía angustiada al darse cuenta de que no había elegido aun y al llegar al mostrador la mujer que toma tu pedido amablemente le miraría con condescendencia. Dos minutos después salió de la fila para encaminarse hacia las maquinas expendedoras de café-hoy amanecí con ganas de un café veracruzano-pensaba aquella mujer de falda larga y cabello suelto mientras la maquina dejaba caer en un vaso pequeño un chorro de:
Agua:80%
Jarabe sabor capuchino: 19.8%
Color amarillo #3: .1%
Color café #24: .1%
Al menos así lo imagino ella.
Por fin mi mirada alcanzo a la persona que estaba al frente, una mujer que creí reconocer…lentes, suéter gris, cabello ondulado, voz serena y risa inolvidable. Era (nombre omitido por falta de creatividad), la chica que me enseño como utilizar los palillos para que el arroz frito no terminara por mis pantalones.
Le sonreí y me saludo…me dijo que me esperaría para tomar el tren juntos. Estaba tan emocionado, al fin mi día comenzaba a tener un mejor tinte.
Caminamos hacia la estación y yo no podía dejar de pensar en lo feliz que me sentía de poder tener a alguien conocido en un viaje tan monótono estaba tan feliz que perdí el ultimo escalón de aquella escalinata empedrada, tan absorto en su bufanda con pingüinos saltarines que tropecé y derrame mi chocolate con malvaviscos sobre de ella. Después de mirarme mis manos raspadas voltee a ver su rostro.
Tendré que regresar a mi casa, no puedo presentarme así al trabajo-me dijo mientras yo moría de la pena
Le pedí una disculpa.
Ya…no pasa nada…te veo.
Entre tanta conmoción perdí el último tren del día…me había quedado varado.
Regresé a mi casa y me perdí entre mis cobijas.
Deje de sentirme cómodo con el invierno desde hace mucho.

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