Fragmento de algo más 1.1.2.3


Me muevo sin entender quién le da cuerda al mecanismo que muere dentro de mi.
Voy cepillado mis dientes amarillos uno a uno mientras mi mente sigue fijada en el tacto de mi vieja almohada.
Me pone a pensar la regularidad con la que veo el 11:11 de mi reloj. Como si esperara al momento justo para saltar sobre mi mirada.
Hoy fui en tren hasta la prefectura de Nakamura vi romper los capullos de un árbol de cerezo. Hable con alguien sobre el verano que pasó demasiado rápido. Esta mañana no pudimos encontrar la nieve sobre nuestros pies. Los rayos de sol traspasan nuestros lagrimales. Como si fueran las espadas de huestes que buscan tomar como presa nuestra capacidad de mantener nuestra espalda seca.
Platiqué con Aoi mientras esperábamos a que el bochorno menguara y pudiéramos caminar sin que la goma de la suela de nuestros zapatos se derritiera en el asfalto oriental.
Me contaba como su madre se las ingeniaba para poner diariamente en su mochila una variedad diferente de bento. Yo no entendía de complicadas recetas y de nombres que aunque dichos con voz melodiosa, mi mente no pudo recordar. Sin embargo mi estomago que habla el idioma universal del hambre se hizo oír con un gruñir de tripas espantoso. Tienes suerte, dijo Aoi con una sonrisa entrecortada, He tenido una clase extra y es justo ahora que me dispongo a descubrir que ha deparado mi madre para calmar la furia de mi estomago.
Comimos acompañados de la parsimoniosa sombra de un árbol que tenía mas años que los que tienen los abuelos de Aoi y los míos juntos.
Ahí, apoltronados en las viejas raíces de un compañero fiel, me despedí de Aoi y regresé a mi baño. Miré el reflejo de mi rostro angustiado y seguí cepillando mis dientes amarillos. Uno a uno.

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