Redondo

Nos conocimos en el lugar donde se camina en círculos
Se podía sentir el musgo entre los resquicios de cada ladrillo
Una silla para dos caminantes eternos
Taciturnos
Pequeñas gotas de rocío que se mezclan con el sudor de nuestros torsos desnudos
No hay descanso

Baile obligado en un silencio profuso.

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